Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100395
Legislatura: 1894-1895
Sesión: 12 de Enero de 1895
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 35, 709-710
Tema: Discurso sobre programa del Gobierno

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): El Sr. Conde de Tejada de Valdosera reconocerá que si el que yo aplauda lo que ha hecho el partido liberal, suponiendo que ha hecho más que el conservador, es un agravio para éste, no hay día que el partido conservador no agravie al liberal, porque siempre está diciendo que a él se le debe todo lo bueno que hay en este país, y esta misma tarde nos ha dicho el Sr. Conde de Tejada de Valdosera que de lo que hay no debe vanagloriarse el partido liberal, porque al conservador se le debe, y sin él no habría nada de lo que hoy existe. Por consiguiente, ¿qué manera es esa de apreciar y definir los agravios que un partido puede dirigir a otro?

Pero hay más; se considera como agravio que, al defender al partido liberal de ataques que se le habían dirigido, no haya yo defendido al partido conservador, a quien nadie ha atacado. No tenía yo que defender al partido conservador, sino al liberal, que era el que se veía atacado. Pero, en fin, como yo creía inoportuno el debate después de lo dicho en esta cuestión política, hice una defensa muy sencilla y me limité a oponer hechos y actos a las palabras y ataques del partido conservador. De manera que mi defensa del partido liberal no ha podido ser más tenue.

Pero se queja S. S. de que yo no defendiera y cantara las glorias de ese partido conservador. Lo hubiera defendido si hubiese habido algún ataque injusto; pero ya digo que nadie le ha atacado. Además, no me corresponde a mí cantar las glorias del partido conservador; bastante tengo con cantar las del partido liberal. Cante, pues S. S. las glorias de su partido, pero no se agravie porque yo no las cante. ¡Pues faltaba más! (Risas)

También ha estado S. S. un poco exagerado (no quiero decir injusto, no sea que califique también de dura la palabra) al suponer que el partido liberal no corresponde a la conducta que el partido conservador ha tenido con él. No es ésta ocasión de entrar en esa comparación; es posible que llegue el caso de hacerla; pero debo decir a S. S. que el jefe del parti- [709] do conservador reconoció al final de las Cortes anteriores, pocos días antes de dejar el poder, que tenía mucho que agradecer al partido liberal y a su jefe, que no le habían puesto dificultades en su marcha. Tengo el discurso en mi casa, y el día en que llegue el caso oportuno lo leeré aquí. Y me parece que es bastante la autoridad que invoco.

Por lo demás, S. S. supone que no hemos correspondido a esa conducta del partido conservador, que ha respetado nuestras leyes, porque nosotros no respetamos la ley arancelaria. Pues ésta la hemos respetado, y por respetarla hemos hecho lo que hemos realizado; porque, después de todo, ¿qué hemos hecho nosotros con la ley arancelaria? Pues lo mismo que el partido conservador, y seguir el camino que ese partido nos dejó trazado. El partido conservador hizo una ley arancelaria, pero no como medio definitivo, sino para tratar, y empezó a tratar. ¿No es verdad? (El Sr. Concha Castañeda pronuncia palabras que no se perciben.) ¿Qué no empezó a tratar? (El Sr. Concha Castañeda: Empezó a tratar y trató; concertó tratados.) Pues bueno, pues eso? Dispense S. S. que no me dejó continuar; no sea tan impaciente. (El Sr. Concha Castañeda: No lo soy.) Empezó a tratar, y trató, y concluyó tratados; luego ya cambió la ley arancelaria. Pues bien, llegamos nosotros, y tomando como base la ley arancelaria, empezamos también a tratar y por dificultades que no es del caso citar ahora, no hemos podido continuar. Pero hemos dicho nosotros: como esta ley se hizo para tratar, vamos a tratar. ¿No podemos tratar de una manera? Pues vamos a tratar de otra. De modo que la ley arancelaria está concedida, y nosotros no hemos hecho otra cosa que seguir el camino que nos dejó trazado el partido conservador.

Además, en cuestiones arancelarias es muy delicado andar variando, y claro está, una vez que hay dificultades para tratar, como vosotros empezasteis a hacerlo, nosotros quisimos continuar lo hecho, aunque después, por una porción de circunstancias, el Gobierno ha buscado otro medio que ya se ha seguido en otros países; ver si en una batalla parlamentaria, si de un modo más sencillo llegamos a un resultado, es decir, a establecer unas bases que sirvan de fundamento para tratar con los demás países.

El mejor sistema no parece que es el de los tratados. No es esto variar la legislación; lo que yo quiero es dar estabilidad a lo que se acuerde respecto a relaciones mercantiles, porque peor que los tratados es esta incertidumbre en que la industria se encuentra, sin saber a qué atenerse.

No tiene, pues, razón el Sr. Conde de Tejada de Valdosera para decir que el partido liberal no corresponde a la conducta que el partido conservador ha tenido con nosotros. Si esa cuestión se planteara, creo que podría demostrar a S. S. que en ese punto le llevamos gran ventaja al partido conservador. No considere esto S. S. como un agravio; es una demostración evidente, y siéndolo, no supongo que se ofenderá el Sr. Conde de Tejada de Valdosera.



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